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    Las frases de la página principal están recopiladas en el texto Contra periodistas, del escritor y periodista Màrius Carol. Editorial edhasa.

    ¡Dígalo!: Debates electorales desde el 2006 en contiendas volátiles

    Por Pablo Carballo Chaves. Doctor en Sociología. Universidad de Costa Rica.

    Desde las elecciones de 2006 los debates han recobrado un nuevo interés en Costa Rica. No porque antes no fueran importantes, sino que desde que se quebró la dualidad (bipartidismo para muchos) de la alternancia del Poder Ejecutivo entre dos partidos –Liberación Nacional (PLN) y Unidad Social Cristiana (PUSC)-, breve, por cierto, y con la aparición de nuevos partidos políticos como el PAC (Partido Acción Ciudadana) entre otros como el Frente Amplio y el crecimiento de Restauración Nacional (y su nueva versión Nueva República), las posibilidades de que los partidos tradicionales lleguen a Zapote se ha visto reducida.

    En otras palabras, con el inicio del siglo XXI la contienda electoral es cada vez más volátil, hay muchos partidos, descrédito de lo tradicional, y un grupo cada vez más grande de indecisos que hacen difícil que las elecciones terminen en una primera y única ronda. Es un clima de incertidumbre y angustia elevados.

    Dado esto, los debates son una herramienta que permite precisar algunos elementos en la toma de decisión, no solo de las y los indecisos, sino de todas y todos en general. Los debates permiten afinar y comprender algunas cosas de las mismas propuestas en un espacio donde se pone a prueba, al menos en el plano más discursivo. Aunque sabemos que los debates televisivos tienen el limitante del tiempo por pregunta, que ya de por sí marca sobre la o el candidato la destreza para poder decir algo que asimile una respuesta aceptable en poco tiempo, estos espacios permiten calibrar un poco la capacidad de precisión, de estudio y de claridad de las propuestas.

    Es decir, los debates son filtros para resolver sobre las capacidades mismas de la persona candidata. Con el fin de profundizar en el debate como una herramienta de filtro podemos seleccionar 3 elementos a remarcar a la hora de ver los debates y poder sacarles provecho en el análisis. Esto no quiere decir que no haya otras cosas interesantes y de profundidad que se puedan señalar, la dinámica electoral da para mucho, pero aquí nos concentramos en estas tres:

    Primero: Todo candidato o candidata, aunque expresa frases clichés de salir adelante, vamos a estar mejor, etc. etc. Todos y todas presentan riesgos y problemáticas que se pueden vislumbrar. Esto sobre todo por el proceso de asociación que hacemos entre lo que hemos visto en noticias, etc. y lo que ya socio-históricamente van representando los partidos, y en la actualidad sobre todo las personalidades. En este punto, obviando a los seguidores ya tradicionales o fanáticos de determinado candidato o candidata (incluyendo su posible gabinete y cuerpo de trabajo), la valoración del riesgo va desde: desconocimiento de la gestión pública, ambigüedades frente a puntos clave en la vida estatal y social, y más delicado aún aumento en la conflictividad social por posiciones amigo-enemigo, por miradas homogeneizadoras, o por la satanización de “otros”, etc.

    Estamos hablando de riesgos que en la actualidad son profundos en términos de la convivencia, de la asimilación de la diferencia, y también por los grandes cambios en la propuesta de formas de ser, vivir, compartir, entre otras. A partir de eso se permite presuponer una lista de riesgos a considerar, incluso jerarquizados y/o interconectados.

    Segundo: Las cosas no se logran solas. De más está decir que la postura de un líder todo-poderoso, hiper capaz, cuasi santo, elegido es una de las formas tradicionales que acompaña lo que se le puede llamar parte de un lenguaje populista. Si algo tenemos más claro cada vez es que no se resuelven los problemas nacionales con una persona. Así que, una buena señal es ver en la o el candidato una capacidad de convocatoria. Tanto en el debate con otros candidatos presentes, como también los vínculos que tiene en diferentes dimensiones de la sociedad. Es decir, así como las elecciones se ganan por redes estrategias para captar el voto, en los espacios de debate ahí se puede notar el tender hilos de trabajo.

    Cosa interesante es que en el contexto actual notar si cada una o uno (aspirante presidencial) quiere ser salvador único, muestra más una mirada mítica de la política que una posición realista del proceso de gobernanza. Claro que funciona la idea de un “hombre (o mujer por supuesto) iluminado” como movilizador, pero es un espejismo. Una cosa es mostrar una cualidad de liderazgo y de incluso excepcionalidad en algunos ámbitos, pero otra es la producción de un salvador. Y en tiempos de posverdad al estilo Orwelliano, ya las mismas palabras están cambiadas o invertidas, donde líder es salvador, esperanza es destino, etc. Así, detectar indicios de alianzas también es ver ¿cuáles alianzas?, no todo es lo mismo. Hay alianzas que pueden ser de mucho provecho, incluso siendo de entrada hasta un poco sorprendentes.

    Tercero: Sí, los debates son para que el o la candidata muestre sus luces. No es que tiene que ser un genio, es que muestre la capacidad de sortear un entorno hostil, que pueda superar preguntas que representan problemas, que sepa lo que hay en su programa, pero poder ir más allá. Se busca una capacidad intelectiva que pueda abordar circunstancias.

    Estamos claros que la inteligencia puede incluso no ser lo que más mueva a las personas a votar por determinado candidato/a, pero en un debate, si le queremos sacar provecho, es precisamente ver ese desempeño intelectual lo que ayuda a valorar cómo podría enfrentarse esa persona siendo presidente ante una toma de decisión. Y justamente para eso existe el poder ejecutivo, para tomar decisiones y realizar ciertas cosas.

    No es que la inteligencia resuelva todo, y que por ser inteligente ya no será corrupto, o no será interesado, y que todo va a salir bien. Pero lo que se está evaluando es que a las y los candidatos tengan o, al menos, expongan capacidad intelectiva para poder manejarse en complejos circuitos de decisiones, problemas, conflictos diversos, etc.

    Dentro de una sociedad y de un Estado, la inteligencia va de la mano con alianzas. La inteligencia política, por llamarlo de alguna forma, hace más que evidente que dichas alianzas son necesarias, son incluso parte del fortalecimiento democrático. Pero de nuevo, también hay riesgos a considerar, tanto por las alianzas, como también por algún vivillo o vivilla candidata.

    Por eso se ha apelado a estas tres puntualizaciones: riesgo, alianzas, inteligencia, porque son parte del juego en el proceso electoral, y que colindan también con otros factores, como la confianza, los valores, la honestidad, las sospechas de corrupción, etc. que no son menores, y se ven de alguna forma reflejado en los muchos debates (más que en cualquier otra elección previa en el país) y forman parte de las variables a considerar a la hora de votar.

    Pero, los debates son para comparar, para eso es que están pensados (no necesariamente bien ejecutados por los productores y por los participantes, pero esa es otra discusión), son herramientas para que uno puede precisar dichos puntos, es para que uno mismo entre en la dinámica de entender una candidatura, de exponerse, verse representado y hacer cálculo político.

    Ver un debate (aunque de pereza o vergüenza ajena en algunas oportunidades) en el mundo mediato-virtual actual es, al menos, un entorno para que uno pueda ser analista político, más allá del candidato o candidata que nos interese. Los debates tienen que provocarnos, y han venido a ser representativos de una nueva época política costarricense de incertidumbre, complejidad, sospecha, intriga, y con pandemia incluida.

    El debate no lo es todo en elecciones, pero bien aprovechado permite perfilar bien a la persona candidata en el marco de su partido/programa, el contexto del país y comparar con las y los demás. Y sí, también significa estudiar, no hay de otra.

    Nota: Los elementos descritos en la presente publicación están aplicados a los candidatos que participaron en la campaña electoral del 2014 en el artículo académico DEBATIR O NO DEBATIR: HE AHÍ LA CUESTION. UNA REFLEXIÓN DE LA CAMPAÑA ELECTORAL EN COSTA RICA 2013-2014 de igual autoría de Pablo Carballo Chaves.

    Ese artículo lo puede hallar en el siguiente vínculo:

    https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/sociales/article/view/19791/19865

    Fotografía de portada: Debate organizado por el Grupo Extra el miércoles 26 de enero.

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