CONTÁCTENOS

    Las frases de la página principal están recopiladas en el texto Contra periodistas, del escritor y periodista Màrius Carol. Editorial edhasa.

    Mi pesar más profundo (Cuento)

    José Fabián González Elizondo, autor.

    Cuento ganador del segundo lugar en el concurso Cuentos del Bicentenario, convocado por Onda UNED. Gracias al autor por permitirnos su publicación.

    Mi pesar más profundo fue nunca luchar por mi lapa-gozante Costa Rica. Por cientos de años mi familia siempre ha estado al honor y la defensa de nuestras tierras. ¿Pero, qué soy yo? Un POBRE inútil que nunca aprendió a luchar por su pueblo.

    En 1820, viendo a mi tata pelear en las calles por la liberación de los chilaquiles norteños, yo lo más que hacía era coger café y no pensar en mi futuro ni mi presente. ¿Qué haría de bueno yo, yo un simple mortal alajuelense, para librar a Costa Rica de tantas iniquidades? Una escoria del pueblo, quien nunca sirvió para nada, jamás sería de utilidad para mi mama y menos para mi país.

    Al ver las calles de la Agonía cubiertas de tierra, de cafetales floreados con copiosos gusanos de ratón, rebosantes de cañaverales floreados de verolís y los malditos corteses amarillos vigiando mi inutilidad, no había salida más que esconderse debajo de los fustanes de mi bisabuela Celia e implorar por el dulce y amargo desagravio de siempre ser un bueno para nada.

    “¡Qué condolido muchacho que nunca luchó por lo que amaba!” Siempre escuchaba a mi bisabuelo mal-decir, mientras pulía su antiquísima medalla de ¿alguna batalla imaginaria?

    Las arcadas venían a mí con la idea del heroísmo de antaño y la maldita devoción a su imaginario país. Pero muy güila era yo para dimensionar la barbarie de la desolación— la incertidumbre de un potro sin madre y de un ganadero sin rebaño.

    Mi pesar más profundo fue nunca vivir en carne propia las ataduras y el asfixio de un foráneo tirano, ¿de haber tenido que luchar por la libertad, sería igual de nulo-pensante y opinión-carente? Hasta la mula echada en la pulpería conoce la respuesta, pero yo. YO por mi parte tengo un gran pesar.

    Mi libertad se debe a mi tata, a mi mama, a mis abuelos, a mis tías. Mi presente no sería lo mismo sin el pasado que ellas y ellos forjaron, ¿pero qué diablos hago hoy acá? Estúpido apellido Santamaría que me invoca a las letanías con solo pronunciarlo.

    Todos esperan tanto de mí, pero ¿qué honestamente les puedo dar? En las manos del cortez amarillo de la Alajuela de 1831 dejo a mi hijo Juan, con la esperanza de que algún día sea todo lo que su padre no supo ser.

    “Juancito, vea ese árbol en la esquina. Ese es usted. Simplemente sea la llama que vivirá en la vida del tico; el fuego que brillará por siempre, inclusive cuando yo no esté”.

    Sin comentarios

    Deja un comentario