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    Las frases de la página principal están recopiladas en el texto Contra periodistas, del escritor y periodista Màrius Carol. Editorial edhasa.

    La triada para el éxito de la industria espacial

    Por Ing. Ronald Chang Díaz

    En 1903, Wilbur y Orville Wright iniciaron la industria aeronáutica mundial al realizar el primer vuelo controlado de una aeronave. No sería sino hasta el año 1957 cuando la Unión Soviética colocó en órbita el primer satélite artificial llamado Sputnik, iniciándose la industria espacial. Los dos términos se ligaron indudablemente al tener que crearse tecnologías aeronáuticas primarias para lograr alcanzar suficiente altura y velocidad para mantenerse en órbita alrededor del planeta.

    Al día de hoy, poco más de 70 años después, tenemos más de 500 mil objetos artificiales colocados por el ser humano alrededor de nuestro planeta y millones de vehículos voladores tripulados y no tripulados.   La industria aeroespacial se ha convertido en una industria pujante, dándole trabajo a millones de personas en el mundo y se espera que crezca aún más rápido en los próximos 20 años.   En 1957, los costarricenses permanecíamos como espectadores ante estos avances espaciales, pero eso no limitaba la mente de algunos costarricenses a soñar.

    El inicio de la industria aeronáutica de Costa Rica tiene el indiscutible nombre del famoso piloto Tobías Bolaños, quien en 1929 realiza el primer vuelo sobre suelo costarricense de un piloto costarricense y años después la pilota Hilda Lutz toma el lugar para la primera mujer en volar sobre Costa Rica.

    No sería sino hasta el año 1980 que un costarricense logra lo inconcebible para la época, Franklin Chang Díaz se convierte en el primer astronauta de la Agencia Espacial Norteamericana NASA, no nacido en Estados Unidos. Este impresionante logro pone a soñar a muchas personas en el mundo, entre ellos, muchos latinoamericanos. Dos mujeres costarricenses irrumpen también en la escena científica espacial, Jeanette Benavides y Sandra Cauffman trabajando en impresionantes proyectos dentro de la misma agencia espacial de Estados Unidos.

    Para finales de los años ochenta, un grupo de estudiantes de la Universidad de Costa Rica, formaríamos la primera Asociación Espacial de Centro América, ACIDE (Asociación Costarricense de Investigación y Difusión Espacial). Esta Asociación sin fines de lucro inició en suelo costarricense los primeros esfuerzos para motivar el desarrollo de la industria aeroespacial.

    Para los años noventa, se inicia el primer programa oficial de pasantes aprobado por la NASA.   Este programa fue creado por el Doctor Franklin Chang, quien logró convencer a la Agencia Norteamericana de la importancia de realizar programas de pasantías con el País.   El primer pasante exitoso fue elegido de forma privada en Costa Rica al no existir ningún vehículo adecuado para que nuestro gobierno apoyara la iniciativa, por lo que, con grandes esfuerzos y sacrificios económicos, Aider Matarrita se convierte en el primer pasante oficial en visitar el Centro Espacial Johnson de la NASA en el estado de Texas.

    Otros nombres se agregarían al esfuerzo que se realizó en esos años y posteriormente, gracias al esfuerzo del Dr. Pedro León, el gobierno de Costa Rica encontró la forma de apoyar el programa lográndose por fin el primer programa de pasantes oficiales entre la NASA y el Centro Nacional de Alta Tecnología (CENAT).

    Durante todos estos años, la lucha por mostrar el camino ha sido larga, pero hoy en día podemos decir que ya nuestro país ha colocado un satélite en órbita, se creó el primer “Cluster” aeroespacial de empresas costarricenses y se han generado múltiples grupos organizados para promover el crecimiento de difusión, investigación y desarrollo en tecnologías aeroespaciales.

    También, como dato muy importante, el Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos forma la Comisión Paritaria Aeroespacial de dicha organización, sentando las bases para la rápida incorporación de la organización más importante de Ingenieros y de Arquitectos del país.

    Para el año 2020, se postulan nuevas ideas y conceptos que podrían traer aún mayor desarrollo, donde con la aprobación de la ley de registro de objetos espaciales, el país se prepara para un aumento de presencia de la bandera costarricense en el espacio.

    Es de esperar que con ejercicios como el satélite Morazán (iniciativa centroamericana), desarrollado gracias al éxito del proyecto Irazú con el satélite Batzú, se incremente el número de proyectos espaciales de múltiples individuos y/o grupos organizados.

    La idea de una Agencia Espacial Costarricense es muy razonable y se encuentran esfuerzos de personas como la Diputada Aida Montiel con su propuesta de ley para la creación de una agencia, así como la tesis de graduación de maestría del Ingeniero Carlos Enrique Alvarado que estudian la posibilidad de que Costa Rica lleve el tema a un nivel mucho más formal.

    Como dato curioso, el Sistema de Integración Centroamericana SICA anunció la creación de una Agencia Aeroespacial Centroamericana, lo cual emula el éxito de la ESA (Agencia Espacial Europea).

    Desde la fundación de la empresa Ad Astra Rocket Company en Costa Rica, el Dr. Chang viene empujando este tipo de iniciativas y analizándose la posibilidad de colocar un centro de lanzamiento de cohetes en el Atlántico Costarricense, gracias a su ubicación cercana al Ecuador y la dinámica de rotación de la Tierra.  Esta idea fue explorada más a fondo por otro grupo de ingenieros y entusiastas que podría llevar a la realidad dicha obra.

    Es imperativo que todas estas iniciativas sean bien valoradas, previo a su creación, de tal manera que sean estudiadas con profundidad, desde cómo se financiarán, cómo serán dirigidas y quienes se verán beneficiados.

    Gracias al empuje de empresas como Virgin Galactic, SpaceX, Blue Origin, entre muchas otras, y su ligamen con agencias espaciales de múltiples países, es muy importante que se piense en un fuerte énfasis empresarial, pero sin dejar de lado la triada de éxito de la colaboración entre el Gobierno, la Academia y la Empresa Privada.

    AD ASTRA PER ASPERA.

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